Marie-Anne Paulze: De “esposa de” a madre de la química

Marie-Anne Pierrette Paulze (1758-1836) es uno de esos grandes talentos ocultos habituales en la historia de la ciencia. Aparece con frecuencia como Madame Lavoisier, por su matrimonio con Antoine-Laurent Lavoisier, el gran químico francés.

Nació en el seno de una familia acomodada y quedó huérfana de madre a los tres años de edad. Su padre, un importante abogado y financiero, la ingresó en un convento, donde recibió una educación muy completa. Gracias a ese entorno y a sus grandes capacidades recibió una cultura ilustrada, aprendió inglés y latín, así como grabado y pintura.

A los catorce años la pidió en matrimonio el Conde de Amerval, ya mayor y, para impedir esta boda, el padre de Marie-Anne negoció el matrimonio con Antoine-Laurent Lavoisier, un colega suyo de la Ferme generale, quien aceptó.

Lavoisier también había nacido en una familia de abogados de París y se hizo graduado en leyes, siguiendo la tradición familiar. Pero en paralelo se formó en áreas científicas, que le atraían más que el derecho. Antes de casarse con Marie-Anne Paulze ya era miembro de la Real Academia de las Ciencias de Francia, de donde recibía algunos encargos de informes científicos y técnicos, y en la que desarrollaba algunas funciones administrativas, en paralelo con su actividad en la Ferme Generale, una cesión gubernamental para la recaudación de impuestos que era muy impopular. Los fermiers adelantaban el capital al gobierno y luego lo recuperaban con un beneficio. Para mantener este privilegio, muchos fermiers eximían de impuestos a los nobles y pagaban subsidios o pensiones a miembros del gobierno o de la familia real.

Marie-Anne Paulze se sumergió de lleno en la actividad científica de su marido. Recibió formación química de la mano de científicos que colaboraban con Lavoisier, e incluso recibió formación artística por parte del gran pintor francés Jacques-Louis David.

Pronto se convirtió en una asistente imprescindible en el laboratorio: tomaba notas de las experiencias y hacía dibujos detallados de los aparatos y montajes experimentales. Traduciría para Antoine-Laurent los libros e informes de científicos extranjeros y mantendría la correspondencia con científicos de toda Europa. También se ocuparía de organizar demostraciones científicas en la casa familiar y de editar los informes de las investigaciones que realizaba junto a su marido, aunque su nombre nunca saldría en ellos.


Dibujo de Marie-Anne Paulze, en el que aparece Lavoisier y sus colaboradores realizando un experimento sobre la respiración mientras ella toma notas en una mesa. (Wikipedia, CC0).

Como muestra de sus valiosas aportaciones, hay que destacar que Paulze tradujo un importante ensayo de Richard Kirwan -An essay on phlogiston– que recogía las tesis de este supuesto componente, heredado de la tradición alquímica, que supuestamente formaba parte de todas las sustancias combustibles y se liberaba durante la combustión. Paulze no se limitó a traducir el ensayo, sino que incluyó numerosas notas críticas sobre las incongruencias de esta teoría que sirvieron para que Lavoisier asumiera sus tesis contra el flogisto y entre ambos desarrollaran una nueva teoría de la combustión, basada en el oxígeno.

Tras el inicio de la revolución francesa en 1789, Lavoisier continuó sus funciones en la Academia de Ciencias y en la propia Administración francesa, pero en 1793 fue arrestado y acusado de traición por su antigua pertenencia a la Ferme Generale. Los intentos de Marie-Anne Paulze ante los revolucionarios Jean-Paul Marat y Antoine Dupin para lograr su liberación fueron inútiles, y tanto Lavoisier como el padre de Paulze fueron guillotinados en 1794. 

 
Documento de defensa de Lavoisier (y de otros fermiers) ante su denunciante, Antoine Dupin, elaborado por Marie-Anne Paulze (Fuente: Bibliohèque Nationale de France).

Tras la muerte de Lavoisier, Marie-Anne Paulze decidió recopilar sus resultados y  editó ella misma una valiosa obra, Memoires de Chimie, que publicó casi una década después de la muerte de su marido, una vez más bajo el nombre de Antoine-Laurent Lavoisier. En la introducción, Paulze explica que, ya en 1992, Lavoisier tenía el proyecto de recopilar las memorias presentadas a la Academia de Ciencias en a lo largo de veinte años, junto con aportaciones de otros científicos que las reforzaban, pero que este proyecto se frustró por su ejecución. Partiendo de algunos fragmentos inacabados, Paulze completó la obra ante las peticiones de algunos sabios de poner estos escritos al día y necesidad  de reivindicar ante la comunidad la nueva teoría química propuesta por Lavoisier.

Esta reivindicación del valioso legado de Marie-Anne Paulze no pretende restar mérito a la extraordinaria aportación del famoso científico francés, que sentó las bases de la química moderna, pero sí rescatar de la invisibilidad a una figura brillante, cuya aportación fue mucho más allá de ser la mera asistente de un científico ilustre.

 

Para saber más:

Madison Smartt Bell (2013). Lavoisier en el año uno de la Revolución. Barcelona: Antoni Bosch.

Rocío Benavente. Marie-Anne Pierrette Paulze-Lavoisier, la madre de la química moderna que lo perdió (casi) todo en la Revolución Francesa https://mujeresconciencia.com/2019/10/03/marie-anne-pierrette-paulze-lavoisier-la-madre-de-la-quimica-moderna-que-lo-perdio-casi-todo-en-la-revolucion-francesa/

 

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